Por: Maria Bernarda C
El proceso de divorcio marca el comienzo de un nuevo capítulo, no solo emocional sino también físicamente, en términos de crear un nuevo espacio para vivir y crecer. Mi historia de transformación comenzó con la decoración de mi primer apartamento post-divorcio, un proyecto que emprendí con la compañía más especial: mi hija.
Inicialmente, enfrentar la realidad de empezar de cero fue abrumador y aterrador. Sin embargo, con el tiempo, el acto de decorar nuestro nuevo espacio se convirtió en una fuente de sanación y autoexpresión. Establecer un presupuesto fue nuestro primer paso, delineando claramente lo que podríamos lograr sin sobrepasar nuestros medios. La colaboración con una diseñadora de interiores no solo nos ayudó a ordenar nuestras ideas, sino que también nos introdujo en el mundo de la inspiración decorativa.
La inspiración para nuestro hogar vino de la necesidad de reflejar esta nueva etapa de nuestras vidas. Optamos por una paleta de colores vibrante, centrada en un sofá de un verde esperanzador, con acentos en amarillo, vino tinto y rosa. Este esquema de color fue mi manera de abrazar la vida de soltera nuevamente, permitiéndome explorar y expresar mi individualidad a través de colores audaces y diseños que hablaban de renovación y felicidad.
Involucrar a mi hija en el proceso fue esencial. Cada elección, desde la paleta de colores hasta los muebles, fue una decisión compartida, transformando este proyecto en una hermosa oportunidad para fortalecer nuestro vínculo. Ella aportó su visión única, infundiendo el espacio con alegría y juventud, y juntas creamos un hogar que reflejaba nuestras personalidades y nuestro viaje.
La finalización de nuestro hogar no fue inmediata. Los procesos de diseño, como la vida, tienen su propio ritmo. Aprendí la importancia de la paciencia y de disfrutar cada paso del camino. La transformación de nuestro apartamento se convirtió en un paralelo de nuestro propio proceso de sanación y crecimiento.
Este viaje me enseñó una lección valiosa: no tienes que enfrentar la reconstrucción sola. Ya sea a través de la colaboración con profesionales, el apoyo de amigos y familia, o la participación activa de tus seres queridos, el proceso de crear un nuevo hogar puede ser una experiencia compartida rica en significado y amor.
Al final, nuestro apartamento se convirtió en más que solo un lugar para vivir; se transformó en un testimonio de resiliencia, un espacio donde el amor, la creatividad y la alegría podían florecer. Este viaje de divorcio a diseño me recordó que, incluso en los momentos más desafiantes, podemos encontrar belleza y comenzar de nuevo, un sofá verde a la vez :)